viernes, noviembre 28, 2008

29

Con ganas de llorar, casi llorando,
traigo a mi juventud, sobre mis brazos,
el paño de mi sangre en que reposa
mi corazón esperanzado.

Débil aquí, convaleciente, extraño,
sordo a mi voz, marcado
con un signo de espanto,
llego a mi juventud como las hojas
que el viento hace girar alrededor del árbol.

Pocas palabras aprendí
para decir el raro
suceso de mi estrago:
sombra y herida,
lujuria, sed y llanto.

Llego a mi juventud y me derramo
de ella como un licor airado,
como la sangre de un hermoso caballo
como el agua en los muslos
de una mujer de muslos apretados.

Mi juventud no me sostiene, ni sé yo
lo que digo y lo que callo.
Estoy en mi ternura
lo mismo que en el sueño están los párpados,
y si camino voy como los ciegos
aprendiéndole todo por sus pasos.

Dejadme aquí. Me alegro. Espero algo.
No necesito más que un alto
sueño, y un incesante fracaso.


JAIME SABINES- "Con Ganas de Llorar"


Ayer cumplí 29 años -bueno, aún estoy dentro de las 24 horas- y las cosas han cambiado significativamente. Creo que casi todos hacemos una especie de auto-análisis en estos momentos, tan cerca de los 30; las cosas no son lo que fueron y definitivamente cambiarán.

Creo que estoy mas cerca de mí, por ridículo que eso puede leerse, todo toma un sentido cuando lo vives. No puedo reprimir la nostalgia, ni las lagrimas, ni el crispar de los puños que viví en la juventud. No puedo decir tampoco que ésta haya terminado aún, pero definitivamente me siento diferente.

Aprecio a quienes me rodearon este día: por texto y por viva voz; en presencia física y etérea. No recibí nada material y creo que eso es lo que menos me importa, por que no me sentí solo. El dolor se dispersó brevemente para dejar pasar al cariño, y eso es con lo que me quedo.

Aprender a caminar junto a quienes me quieren es la lección que el Ermitaño ha vuelto a aprender, a salir de esa cueva repleta de textos no escritos y de palabras nunca sonadas más allá del breve suspiro entre dientes. No veo luz aún afuera de la cueva, tampoco veo el fin del mundo, pero distingo algunas huellas. Huellas que me dan una especie de esperanza y las cuales sigo aún sin pensar en el sentido de las mismas. El punto es que he decidido caminar y ver que hay afuera.

El resto de este escrito llegará a completarse en algun momento, definitivamente hoy no... ese fin llegará inconspicuo, mudo... como los silencios entre las palabras entre ustedes y yo.

Buenas noches.

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