domingo, octubre 26, 2008

Segundo Dolor


Esta ocasión vestí de negro, lo vestí para tí y lo vestí para mí. Como nunca antes yo, quien se vistió de ese color tanto tiempo, lo habia vestido para nadie. En el camino al velatorio, le comentaba a esa alma tan importante para mí, como -tal vez- me hubiera gustado ir de blanco.

Te fuiste anteayer, viejito lindo. Fue tan extraño verte en ese ataúd, el cual no tenía el coraje de enfrentar. Se pueden ver tantos cuerpos sin vida en la internet y, sin embargo, observar ese cuerpo que dejaste detrás tuyo me causaba una conmoción enorme, uno de mis últimos grandes miedos. Me autojustificaba desde que llegué a la capilla, con que me había despedido de tí en tus últimos instantes de vida, que así quería recordarte, que así quería hacer el último adiós.

El Segundo Dolor comenzaba. Veía esa caja de madera con la tapa levantada de manera opuesta a donde me encontraba, como la barrera mas infranqueable, el punto cero. ¿Cómo acercarme? Pensaba que era el morbo el que me hubiera permitido verte y odiaba esa idea. Al fin, caminé con paso lento, solemne hacia donde se encontraba tu cuerpo, mi corazón latía cada vez más rápido y fuerte -el clímax antes de alcanzar un umbral que yo contruí dentro de mi ser- aunque ya sabía que sólo vería tu cuerpo sin vida. Bajé la mirada únicamente cuando estuve seguro de que era el cuerpo con que viviste en este mundo y que lo hacía únicamente por un acto de amor, de última y final despedida, no por un horrible morbo.

Te vi -o mejor dicho, vi tus restos- sin vida, respiré y dejé ir para siempre ese miedo y esa aprehensión que estaba comiéndose rápidamente mi alma, y sólo hasta ese momento, entendí con todos mis sentidos que ya no estabas ahí, que éste sólo era el ritual de la despedida del cuerpo. Respiré tranquilo y vi tus restos mortales, creo que mi mirada descansó, mis músculos perdieron esa rigidez que la tensión había estado construyendo hasta ese momento sin misericordia alguna. Al relajarme, sollocé, suspiré y comencé a hablarle a tu cuerpo siguiendo las ideas preconcebidas por mi entender de este ritual.

Las lágrimas bajaron por mis mejillas rápidamente refrescandome, sin ahogarme.

Caminé mas tranquilo de regreso a mi asiento y permití que el ritual continuase como era debido, dejé claro que mi lugar y participación en éste sería como era esperado de uno de los familiares dolientes. El tiempo no pasó de forma rápida realmente. Parecía que el tiempo marchaba en Duelo.

Llegaron muchas personas a despedirse -suspiro- todos estuvimos muy unidos como hubieras esperado y mi hermanito y yo hacíamos lo propio para bajar la tensión en la medida de nuestras posibilidades. Llegaron mis amigos eventualmente y nos acompañaron a mi familia y a mi alma gemela, algunos llegaron con prisa, algunas sorpresas, muchas risas, que hermoso velatorio, dónde los unos reían con los otros, sin molestar a los demás dolientes. Me conmoví al extremo al saber que ayer, cuando falleciste, uno de mis amigos quien tuvo un recital de poesía en el Centro, dedicó el evento a tu memoria, ¡Que grande honor para ti! ¡Que grande honor para mí el tener amigos de ese calibre y sensibilidad! Gracias, hermanos de nombre y del corazón y gracias a todos los demás.

Esto es un espejo abuelito, esto es para ti...

Avanzaba la tarde y en algún momento, llegó la hora de leerte "El Funeral" las dos voces se rebasaban, se equivocaban y sin embargo sabíamos que eran pequeños errores que nos perdonarías; dónde los oídos físicos encontrarian disonancia, las vibraciones producidas por la reverberaciones de ambas voces, llegarían claras e inequívocas a tu alma, poco después, ambas voces se volvieron una fuerza de dos tonos y creamos un pequeño espacio, un universo dentro del universo frente a tu cuerpo inerte y de pronto, apareciste detrás mío generando una leve onda cálida. Sonreí. Finalizamos, y es cuando comprendí el gran regalo que te dí de despedida.

En ese momento te quise como jamás lo había hecho.

Tiempo después vendría la última hora antes de que tu cuerpo fuera reducido a cenizas, y poco antes de que se lo llevaran para jamás volverlo a ver, nos unimos todos para decirte con voces propias, el adiós.

Yo, a mi manera, despedí tu cuerpo como al de un guerrero, con un saludo que solo tú entenderías. Y sé que tú, desencarnado, lo aceptaste por que estabas cerca de ahí.

Después vendría la espera, y me iría de ese lugar para que en algún momento regresaras finalmente a casa en una hermosa urna de madera oscura con relieves de la Sagrada Familia, un bello tributo para quien la Familia Siempre fué Sagrada.

Ahora, una parte de ese complejo ser que fuiste, eres y serás, está de nuevo en casa.

Te amo.


Jorge.

sábado, octubre 25, 2008

Primer Dolor

Me vestí de colores para ti, verde vida y azul real, aunque en el fondo era negro.

Es tan difícil aceptar ahora, en la soledad de mi casa, que ya te has ido. Vienen a mi mente los muchos recuerdos hermosos que compartimos y quedan grabadas de forma indeleble las últimas conversaciones que tuvimos juntos en tu cuarto del hospital. Las esperanzas que aumentaban de forma muy lenta, igual que la marea que sube, mientras tienes los pies clavados en la arena, para de pronto, finalizar abruptamente.

Te volví a conocer en esas noches que compartimos platicando, y yo, te festejé todas tus grandes victorias contra tu propio cuerpo, contra la inmisericorde realidad de los dolores de la edad y las circunstancias. Estuve a tu lado y fuí el último que disfrutó de ese viento tranquilo que eran tus preciosas y ya entonces contadas respiraciones.

Te fuiste en paz y en silencio y de esa forma nos dejaste cuando ya quedaba poco del día, quiero pensar que montaste los últimos rayos de luz de este sol de otoño y viste todos los colores que nos estan vetados a los humanos; esta noche es tuya y me lo has demostrado en tantas formas desde que llegué a tu hogar a montar guardia en tu nombre. Los vidrios rotos, la tranquilidad de la noche sólo interrumpida por un perro que aúlla lastímero en la calle.

Esta noche no puedo cerrar los ojos, no puedo dejar de escribir, te sueño despierto.

Primer Dolor. La cabeza de una procesión que camina tan pesada y muda.

Te extraño y te amo, Guerrero que vino del Norte.

Tercero en tu linea.
Segundo en tu guardia.
Primero en escribirte.


Tu nieto que te ama.

Jorge.

miércoles, octubre 15, 2008

Té....nu...e..

Que solitario puede llegar a ser este lugar durante la noche. No me disgusta. Por el contrario, camino por los estacionamientos, por los pisos vacíos y de vez en cuando me sorprende algún guardia amodorrado que me increpa: "buenos días". Procuro no desdeñarlo demasiado y le contesto de la misma forma sin aparentar prisa alguna. Creo que disfruto las noches frías, después de que ha llovido.


El pavimento mojado, los árboles, el césped bien corto. Comienzo a considerar un trabajo que aproveche mi capacidad de estar despierto, quizás como velador podría sentirme como pez en el agua o como un alfiler en la alfombra, si es que me entienden.


En mis caminatas por los pasillos vacíos y los pisos que no me corresponden, me doy cuenta de que no estoy solo, hay algunas personas menos corpóreas que yo rondando este lugar. Al principio me ponían un poco nervioso, ya no.


Cada momento que cruzo ciertos umbrales, siento ligeros temblores en el suelo, oscilatorios. La idea de un sismo no es poco común aquí, aunque puedo asegurar que se debe a mi estado de debilidad física, estoy muy nervioso.


En mis breves salidas a fumar, te pienso... demasiado. Cuento y recuento esa última ocasión, un beso en la frente, no nos atrevimos a besarnos. Demasiado pronto o demasiado tarde. Demasiado optimista.


Debo usar un cubre-bocas todo el tiempo que esté en la habitación, no para protegerme, sino obviamente para protegerlo de mí. Dime, debo usar un cubre-almas contigo?


Me desvanezco como estas líneas, como la noche, como la lucidez...


...

sábado, octubre 11, 2008

Antes del alba...



Antes del alba, camino escupiendo un mar de plumas negras que me atravesaban el alma. Las penas siempre se acaban llorando solo, cuando no hay amigos. Estoy solo y veo detrás de mi el rastro que voy dejando, no hay muchas lágrimas sólo un infinito de "perdónames" que nunca se hablaron. Ando solo y cuando amanezca, será momento de tragarme estas palabras para poder levantar la frente un poco y pintar una sonrisa 99% convincente y digerible al público -con glutamato de sodio y menos del .01% de benzoato y ácido ascórbico- ahora, la risa es un uniforme que debe ser portado rigurosamente a la hora del trabajo.

Mientras, me abandonaré a encontrar los estereogramas ocultos en el nuevo asfalto de los estacionamientos en la colonia del valle todos los días 28 de cada mes.

Escuchen y lloren, después lean y ríanse un poco.